Pasada la frontera de los 40 nuestra piel comienza a perder firmeza y elasticidad, aparecen las primeras arrugas, la flacidez y los descolgamientos como la antiestética papada. Esto se debe a la pérdida de colágeno y elastina, dos de las sustancias que conforman las fibras de nuestra piel y que permiten que esta se mantenga firme.
A su vez, la piel realiza más lentamente las funciones de regeneración celular y como consecuencia de ello, la piel pierde densidad, se afina, pierde luminosidad y aparecen las manchas.
Como en cualquier rutina de belleza, la prevención y la constancia son claves. La hidratación es fundamental y debes ser muy perseverante en ello. No solamente es necesario hidratar el rostro sino también el cuerpo y el cuello ya que un cutis luminoso junto a un cuello y escote apagados es un feo contraste. Por la noche, se activa el proceso de regeneración celular; es el momento idóneo para aplicarse una crema nutritiva antiedad, mejor si contiene retinol o vitamina C ya que tienen efecto tensor.
Para favorecer la regeneración celular es necesario también que oxigenes tu piel. La mejor forma de hacerlo es retirando las células muertas ya sea mediante un peeling o exfoliación. Después de este proceso es conveniente aportar un extra de hidratación a la piel aplicándote una mascarilla
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